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Las sensaciones físicas del estrés se pueden manifestar con palpitación cardiaca, fatiga, temblores, tics nerviosos, tartamudeo, bruxismo, dificultad para conciliar el sueño, sudoración profusa, manos frías, diarrea, indigestión, náuseas, a veces vómitos, cefalea migrañosa, dolor en el cuello o espalda, falta o exceso de apetito, entre otros.
Si descubrimos que padecemos cierto grado de estrés es importante que le pongamos freno a tiempo ya que la ciencia ha descubierto la estrecha relación que existe entre la actividad mental-emocional con la función cerebral. Las emociones negativas (rabia, miedo, tristeza, etc.) hacen que el cerebro libere químicos, neuropéptidos, que afectan al organismo de manera adversa, provocando una menor resistencia a las enfermedades y fomentando un peor estado general de salud, a diferencia de las emociones positivas que causan el efecto contrario.
La clave para disminuir realmente el estrés es saber que a menor energía vital, mayor estrés.
Por lo tanto, el objetivo fundamental es aumentar esta energía. Como la energía vital es la esencia que nutre nuestra vida y la del Universo, significa que al padecer estrés estamos alejados de nuestra esencia y, para liberarnos de este estado, debemos orientarnos hacia ella.
Existen cuatro fuentes primordiales para aumentar la energía vital:
- La respiración
- La meditación
- El descanso
- La alimentación
Sin duda, la respiración es uno de los medios para aumentar nuestra energía vital pues nos conecta con el exterior y con nuestro mundo interno, es decir, nos enlaza con la esencia, con lo que nutre nuestra vida.
La mayor parte del tiempo no somos conscientes de nuestra respiración y dejamos que el organismo se controle solo. Pero la gracia es que podemos regularla para nuestro beneficio.
Cada tipo de emoción está relacionada con un tipo de respiración. Por ejemplo, cuando estamos estresados respiramos con rapidez. Seguimos tomando el oxígeno que necesitamos, pero el organismo consume más energía de lo normal. Si podemos calmarnos frente a una situación estresante, respirando despacio y en profundidad, seremos más eficientes en cuanto al gasto energético y en relación al modo de consumir esa energía.
Tipos de respiración
Las tres formas de respirar son: baja o abdominal, media o intercostal o torácica y alta o clavicular. La respiración completa y perfecta integra las tres en una. Veamos en qué consisten.
Baja o abdominal: durante la inspiración el diafragma baja para que el aire entre en los pulmones; el abdomen se hincha y masajea las vísceras, bazo, estómago y páncreas favoreciendo su funcionamiento. En la espiración el diafragma sube y el estómago desciende hundiéndose.
Media, intercostal o torácica: es una respiración incompleta que se lleva a cabo con los músculos de las costillas que expanden la caja torácica.
Alta o clavicular: es el tipo de respiración más superficial pues requiere un máximo esfuerzo para obtener muy poco aire. Durante la inspiración los hombros y las clavículas se levantan mientras se contrae el abdomen. El predominio de esta respiración es síntoma de personas con tensiones nerviosas.
La respiración completa es la unificación de las tres respiraciones anteriores y se produce con el total llenado de los pulmones.
Hay que comenzar por una inspiración lenta intentando cubrir sus tres fases: primero, vaciar bien los pulmones con una profunda espiración. Luego, llenar los pulmones con el descenso del diafragma (abdominal) para dilatar las costillas y que entre todo el aire que pueda (costal). Por último, levantar las clavículas (clavicular).
Toda la atención debe estar en el acto respiratorio que siempre debe ser por la nariz. Tanto la espiración como la inspiración serán silenciosas, lentas, continuas y cómodas. Así es la respiración ideal..
Los ejercicios de respiración ayudan a observar tus pensamientos y a fortalecer la objetividad. Además, se aprende a seleccionar sólo los pensamientos positivos, amorosos y creativos.
La base de todo lo que hacemos, pensamos y sentimos esta en la Respiración. De una buena oxigenación depende una buena gestión emocional.