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Tanto los trastornos benignos como malignos de ovarios, mamas y útero están relacionados con niveles de estrógeno demasiado elevados.
Una alimentación alta en hidratos de carbono como los refinados puede contribuir a aumentar los niveles de estrógenos metabólicamente activos en la sangre, ya que podría producir un elevado nivel de triglicéridos que desplazarían a los estrógenos de las globulinas que los contienen.
Una alimentación rica en cereales integrales puede bajar los niveles de estrógeno disminuyendo así el riesgo de cáncer de mama ya que cambian el metabolismo del estrógeno en el intestino: se excreta más y queda menos cantidad disponible para ser asimilada en el torrente sanguíneo.