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Un exceso de alimentos alcalinizantes, como frutas, ensaladas, verduras y patatas, causa un deseo imperioso de alimentos acidificantes para equilibrar. Si una persona sigue una alimentación muy alcalina que no come carne, pescado, ave ni huevos, y muy poco o nada de cereales, que son acidificantes, entonces la necesidad de dulces (acidificantes) le echará abajo toda fuerza de voluntad. Esa necesidad no quedará totalmente satisfecha con las frutas dulces, porque éstas también son algo alcalinizantes; sólo la pastelería, la bollería industrial, los helados y los caramelos van a satisfacer el deseo. Muchos yoguinis conocen bien esta situación. Se puede rectificar añadiendo suficientes cereales integrales, legumbres que al ser acidificantes eliminarán el deseo de azúcar. La fruta que es alcalina y expansiva no elimina el deseo de las igualmente expansivas galletas azucaradas o la miel porque éstas son acidificantes y lo alcalino las exige. Lo mismo es válido para los alimentos contractivos: un exceso de acidificantes cereales, legumbres o productos de origen animal genera el deseo de sal que es alcalinizante, aún cuando es también contractiva.
Las verduras que son expansivas pero alcalinizantes nos despiertan deseos de sal (contractivo) que equilibraría la expansión de las verduras, pero no alcalinizaría más el organismo. A la larga no funcionan las dietas que le dan mucha importancia a un tipo de alimento (sólo proteínas, sólo cereales, sólo verduras y frutas) y no atienden al sistema ácido-alcalino: surgen deseos incontrolables de un alimento o bebida contraria o complementaria (café, dulces, pescado, alcohol, azúcar) para producir el necesario equilibrio.
Cuando tenemos exceso de acidez despertamos con un sabor agrio y viscoso en la boca. Para liberarnos de él casi automáticamente vamos a por el café o zumo de naranja (alcalinos). El sabor agrio ha de interpretarse como una señal de alarma, indicadora de que el cuerpo tiene una sobrecarga ácida. Si este estado no se corrige con la alimentación o con la respiración profunda o el ejercicio, los ácidos extraerán minerales de los tejidos creando así un estado de desmineralización. La falta de minerales suficientes se manifestará primero en desequilibrios nerviosos o emocionales, después en problemas dentales y uñas quebradizas y, finalmente en un debilitamiento más grave de todo el organismo.
Un problema serio de exceso de alcalinidad sólo puede ser consecuencia de hiperventilación o de vomitar mucho. Comer grandes cantidades de fruta y verduras (alcalinas) si no se las equilibra con cereales o proteínas (ácidos) puede causar un exceso alcalino temporal pero la sabiduría inconsciente de nuestro cuerpo suele poner pronto remedio a este trastorno: nos empuja el péndulo hacia un atracón de dulces (ácidos). Muchos vegetarianos pasan por esta experiencia.
Así espero que seamos conscientes de por qué se pone sal (alcalina) a la carne (ácida), por qué se come carne (ácida) con patatas (alcalinas), por qué se le pone azúcar (ácido) al café (alcalino), por qué en las dietas crudiveganas (alcalinas) permitan la miel y los frutos secos (ácidos ambos), por qué las dietas hiperproteicas (ácidas) permiten el café, la sal y las verduras (alcalinas) y prohíben los hidratos de carbono (ácidos) y por qué en la macrobiótica rica en cereales integrales (ácidos) se recomienda las algas y el gomasio (alcalinos) y por qué un alto consumo de proteína y azúcar (ácidos), como la comida americana, requiera un elevado consumo de calcio (mineral tampón, es decir, que alcalina lo ácido y acidifica lo alcalino).