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‘La enfermedad tiene, en nuestra concepción corriente, una connotación negativa; se supone que tenemos que luchar contra las enfermedades, ya que son terribles enemigos que nos acechan. Sin embargo, sería interesante que abandonáramos por un rato esta lucha y estuviéramos dispuestos a ver lo que la enfermedad tiene de valioso para nosotros. Esto es posible sólo con la disposición honesta de cuestionarnos nuestras opciones y elevar nuestro pensamiento. La curación tiene que ver con la ampliación del conocimiento de sí mismo.
La enfermedad se produce en el cuerpo, y por supuesto necesita una condición funcional para plasmarse. Pero esa condición no es causante de la enfermedad (por ejemplo un virus) sino que el ser humano lo utiliza como medio para realizar la enfermedad. En la aparición de los síntomas puede haber causas funcionales muy diversas, pero éstas son indiferentes para comprender el significado esencial que la enfermedad tiene para esa persona en particular.
Para intentar un acercamiento a la compresión de la enfermedad, es necesario relacionar los síntomas con otros hechos físicos y emocionales, aunque a veces les demos muy poco valor, por considerarlos insignificantes. También es preciso encontrar correspondencias con pensamientos análogos, buscando coincidencias en las manifestaciones, en el lenguaje, en el relato de la dolencia. Y situar el síntoma en el tiempo, es decir, en qué circunstancias hizo su aparición. Darse cuenta de a qué nos obliga el síntoma es otro dato interesante, si pensamos que el síntoma ‘nos completa’, ‘nos ofrece lo que nos faltaba’.
Un síntoma siempre se anuncia primero en la mente, bajo la forma de idea, deseo, fantasía, temor. Sólo cuando no es tenido en cuenta reaparece en el plano material, en el cuerpo, por lo general de manera análoga.
La enfermedad aparece cuando uno se halla en condiciones de dar un paso más en el camino de la comprensión. Las situaciones externas aparecen cuando las generamos desde nuestro interior.
Luchar contra la enfermedad es luchar contra nosotros mismos y Por eso falla.
El objetivo nunca debería ser la desaparición del síntoma, ya que él nos permitirá comprender el camino a seguir. Nos escucha ser más sinceros con nosotros mismos. No tenemos otro amigo más sincero, alguien que nos muestre las cosas con tanta crudeza. Combatir la enfermedad es creer que la enfermedad es un obstáculo y que está contra nosotros, en vez de aceptar que es parte nuestra y que nos da la posibilidad de hacernos más completos, de generar un camino de curación.’ Laura Gutman.
Aprender el significado que se oculta en una enfermedad es un proceso que no se presta a preguntas como:
¿Por qué yo? ¿Por qué ahora?
Evy McDonald escribe: ‘No te dejes atrapar en la maraña de los por qués. La búsqueda de la explicación y el significado de la enfermedad puede llevar a la frustración y la desesperación, y paralizar la capacidad de tomar decisiones y ponerse en acción.’
‘Un síntoma es la manifestación física de un problema más profundo que no está a la vista. Los síntomas son el lenguaje del cuerpo. Desgraciadamente nos obstinamos en callar los síntomas -dolor, fatiga y malestar- así como borrar las manifestaciones externas como la fiebre, las inflamaciones y tumores por no hablar de restablecer las cifras: colesterol, azúcar, calcio. Para finalizar, también hay que normalizar los comportamientos: la insumisión, la depresión, la ansiedad.
El síntoma es importante. Nos advierte de que algo no va bien ahí dentro. Cuando tratamos los síntomas no ayudamos en absoluto a nuestro cuerpo y menos aún si lo atiborramos con medicamentos. Con cada intervención, química u otra, desequilibramos aún más un organismo que se mantiene a duras penas. Destruimos nuestra salud. Caemos enfermos.
🞲 La enfermedad tiene su origen en el alma: la causa
🞲 Que se instala en los cuerpos invisibles: el problema
🞲 Y se manifiesta en el cuerpo visible: la manifestación.
Un problema sin resolver sale caro ya que reaparece constantemente. A veces el problema se camufla, pero en cada oportunidad seguirá gritándonos pidiendo atención y socorro. Cada vez gritará más fuerte mientras nos empeñemos en hacerlo callar con medicamentos también cada vez más fuertes. Así hasta que el cuerpo no puede más y explota. Entonces llegan las prisas, el hospital, la cirugía y las interminables pruebas.’
‘La enfermedad se comprende como la manifestación de un problema físico, emocional, mental o espiritual. La enfermedad suministra una información, da la señal de alarma. ¡Menuda ventaja, a condición de escucharla y saberla utilizar!
Frente a la enfermedad nuestra reacción puede ser de dos tipos:
- La consideramos como una enemiga; la maldecimos y la hacemos callar con cirugía y medicinas. Simplemente la repudiamos pero, tarde o temprano, volverá a llamar a nuestra puerta.
- La consideramos como una aliada; nos esforzamos por descodificar el mensaje que nos transmite intentando llegar al fondo de la cuestión, a la verdadera causa.
La enfermedad es un trastorno del alma. Si queremos obtener un beneficio de la enfermedad, debemos considerarla como una aliada a la que hemos recurrido para reajustar el tiro, aproximándonos al objetivo. Esto quiere decir que:
1- Somos los responsables de nuestra enfermedad e, inconscientemente, nos hemos conducido de manera tal que se ha presentado. Esto quiere decir que somos los dueños de la situación y no víctimas de acontecimientos o agentes exteriores.
- Nos hemos extraviado en alguna parte y queremos recuperar nuestro camino, el sentido de nuestra vida, motivo por el que estamos en la Tierra. Es el aspecto espiritual de la salud lo que, desgraciadamente, rara vez se aborda. Y, sin embargo, es fundamental.’
‘¿Miedo de qué? Miedo al cambio. Miedo al cambio de trabajo, miedo al divorcio, miedo a que nuestros hijos nos quieran menos o que nos repitan que no somos buenos padres, miedo a la culpabilidad con respecto a nuestros padres… La enfermedad es el equivalente del divorcio, de los males de amor, del fracaso profesional, de la insolvencia.
Ha sido precipitada por la pérdida de estima de un ser querido, por la pérdida de empleo, de dinero, por la muerte de un ser allegado…Estas situaciones tienen un denominador común: el cambio al que se teme, que se rechaza, que se evita…hasta que nos ponemos enfermos. Preferimos quedarnos en la cama antes que enfrentar la verdadera situación. Acusamos a la mala suerte, al cielo, al jefe, al mundo, a cualquier cosa excepto a nosotros. Vamos al médico, acallamos el dolor, luego olvidamos la verdadera razón que nos ha hecho caer enfermos. ¡Si pudiéramos dejar las cosas como estaban! Estamos dispuestos a quedarnos medio bien o medio mal antes que hacer frente a los problemas reales subyacentes porque nos molestan y perturban nuestra seguridad.
¡Hablemos de seguridad! ¿Por qué soportamos tantos males por ella? ¡Si es una ilusión!’ Ghislaine Lanct_ôt
‘Un estilo de vida sano le ayudará a aprender más sobre lo que su cuerpo necesita para alcanzar el máximo bienestar físico, y una práctica espiritual le ayudará a comprender el papel que desempeña lo Divino en su vida. Le mostrará el camino que debe tomar. Aunque una práctica espiritual hará que su espíritu crezca y su salud mejore; le procurará estabilidad personal y le dirigirá hacia una conducta sana y no destructiva, ni una cosa ni la otra garantizan una salud perfecta. Quizá tenga usted que padecer una enfermedad que le sirva de vehículo de inspiración y le proporcione un sentido más profundo del poder de su espíritu.
Cuando una enfermedad forma parte de su viaje espiritual, ninguna intervención médica logrará sanarle hasta que su espíritu haya empezado a realizar los cambios que la enfermedad está destinada a propiciar. La intervención médica, las modalidades complementarias de curación, la modificación de su dieta y un cambio en su estilo de vida pueden ayudar en cierta medida, y deberían ponerse en práctica. Pero la opción curativa más eficaz es apoyarse en su práctica espiritual para que ésta le proporciones las percepciones necesarias. Su práctica puede constituir el medio de soportar la enfermedad y sanarla mediante un aumento en la fuerza y la sabiduría de su espíritu, o puede prepararle para aceptar la muerte física, si ésa es la voluntad divina. En cualquier caso es preciso que reoriente su fe hacia el terreno espiritual.’ Carolyne Miss
DIAGNÓSTICO
‘La decisión más sabia que usted puede tomar, después de recibir un diagnóstico inicial, es pedir una segunda e incluso tercera opinión. Tenga presente que cada médico se ha encontrado con diferentes casos al tratar una determinada enfermedad, por lo que, posiblemente, cada uno le haga recomendaciones diferentes hasta cierto punto. Aunque, al principio, esta variedad puede confundirle, a la larga resulta beneficiosa, porque disponer de numerosas opciones fomenta la esperanza. Ir más allá del diagnóstico del primer médico te enseña a reconocer que somos muy susceptibles a las opiniones de los llamados ‘expertos’. Una opinión es tan sólo la percepción de una persona y no debemos interpretarla como ‘la última palabra’ en ninguna situación.’ Carolyne Miss.
CURACIÓN
La enfermedad está tan estrechamente relacionada con nuestros temores y patrones negativos que la perspectiva de curarnos nos infunde tanto miedo como la propia enfermedad. Saber que debemos realizar unos cambios profundos nos espanta.
La creencia de que estamos profunda e inevitablemente dañados suele ir acompañada por la convicción de que no merecemos ningún tipo de ayuda ni humana ni divina y que tampoco merecemos aceptar la ayuda que nos
ofrezcan. Librarse de esa carga emocional requiere un esfuerzo tremendo, pero no sobrehumano. Requiere fuerza de voluntad.
No tema el desespero ni el agotamiento que inevitablemente experimentará. Nadie puede mantener una actitud positiva y firme todo el tiempo, ni siquiera en las circunstancias más favorables. En ocasiones las técnicas de curación descritas en los libros le parecerán absurdas: cambie su mentalidad, adopte una actitud positiva, haga ejercicio, coma bien y se curará. ¡Ojalá fuera tan simple! Pero no lo es. Aunque usted no sea culpable de su enfermedad, debe penetrar en ella para aprender a hacerle frente, hallar su significado, vivir con ella y vencerla. ¿Hacia dónde sino debemos dirigir nuestra mirada? Lo cierto es que no tenemos más remedio que aproximarnos a nosotros mismos: la única forma de salir, por así decir, es entrar.
‘Lamentablemente, no podemos imponer nuestros términos y condiciones al proceso de curación. Encontrar el camino indicado exige todo o nada. Cuando imponemos ciertas condiciones a nuestra curación, sólo conseguimos una curación condicional de dependencia y la suposición de que otra persona puede hacerlo por nosotros.
Somos, por naturaleza, seres dependientes, lo cual no es totalmente negativo. Resulta reconfortante saber que podemos apoyarnos en otros y que ellos cuentan con nosotros. La curación, sin embargo, es uno de los desafíos de la vida, quizás el más extremo, que debemos afrontar solos. Otros pueden ofrecernos su ayuda y su apoyo, pero sólo la persona enferma es capaz de llevar a cabo la tarea más ardua y profunda. Las actitudes positivas que la gente muestra hacia nosotros durante el proceso de curación no son lo suficientemente potentes para mejorar nuestro estado físico, en particular cuando nos sentimos invadidos por temores que genera una enfermedad o cuando asumimos una actitud pasiva’. Carolyne Myss.